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Un gran cambio en la vida, como es la ruptura con nuestra pareja, seguirá de un largo período de adaptación en el que tanto padres como hijos tendrán que asimilar el impacto emocional que ha supuesto.
Una vez tomada la decisión conviene dar a los niños una explicación clara de los acuerdos y del futuro, además de recalcarles que ellos no son culpables de nada y que siguen siendo lo más importante para ambos padres. Si los niños sienten que están siendo tratados honrada y directamente llevarán la separación con tristeza durante algún tiempo, antes de acostumbrarse de nuevo a la vida cotidiana.
Pero suele ocurrir que ante el temor a crearles inseguridad o por miedo a sus reproches, los padres suelen tardar todo lo posible en hablarles de la separación y los planes de futuro.
El problema es que los niños interpretan esta actitud como una señal de que no se les tiene en cuenta y que sus sentimientos de rabia y dolor son irrelevantes para sus padres.
También puede haber la tentación de mandarles a casa de otros familiares, como los abuelos, pensando que así se les ahorrará el estrés. Sin embargo estas salidas de casa les producirán más inseguridad y preocupación porque pensarán que lo que va a pasar es tan horrible que necesitan mandarles lejos o que quieren deshacerse de ellos. Así que cuanto mejor se conserven las rutinas y lugares habituales durante la fase aguda más facil les resultará a los niños recuperar la sensación de seguridad.
Habrá niños que el impacto les impida hablar o pensar sobre ello y necesiten distanciarse refugiándose en actividades que les hagan olvidar las dificultades de casa. Otros lo expresarán a modo de rabietas, dolores de cabeza y de tripa, volviéndose más apegados o con insomnio.
Lo mejor que pueden hacer los padres es estar disponibles de manera estable y fiable para apoyarles cuando decidan expresar cómo se sienten, con o sin palabras.
La complejidad radica en que precisamente cuando los padres están más afectados y desconcertados intentando organizar la nueva situación, es cuando tienen que estar más atentos y disponibles para sus hijos. Y esto no es tarea sencilla. Es normal sentirse sobrepasados en algunos momentos. La decisión más madura y responsable es consultar a un psicólogo que pueda ayudar a elaborar las dificultades que estén surgiendo tanto en padres como en hijos.
Silvia Pomares Psicóloga – Psicoterapeuta Adultos, Niños y Adolescentes en Centro Médico Santo Domingo